Se va como llegó, sin hacer ruido, sin ser el centro de
atención, sin esperar nada a cambio. Porque así es él, humilde, sencillo,
responsable, comprometido con la camiseta que defiende y compañero de sus
compañeros. Él cree que nos debe algo, pero es al contrario, se lo debemos
todos los que lo hemos tenido al lado, porque ha sido un ejemplo para todos,
porque su compromiso no ha sido de palabras sino de hechos, porque siempre se
ha sentido en deuda cuando no tenía motivos, porque nuestro principal objetivo
a la hora de fichar a un jugador es su compromiso, su lealtad, más allá de sus
cifras de goles, y en eso él nos ha goleado, siempre ha metido goles con sus
actos.
Recuerdo cuando llegó al primer entrenamiento: tímido,
agradable, con ganas de comenzar un nuevo reto en su dilatada carrera, tras
haber sido (y aún es) un mito en su antiguo club, el de toda su vida.
No tardó en ganarse el afecto de todos los que le rodeaban.
Sus sacrificios para venir a entrenar determinados días, aunque fuera sólo 30
minutos por exigencias laborales, su renuncia a alguna ayuda económica para
gasolina a favor de asaderos para sus compañeros, sus cambios de turnos
laborales para poder asistir a partidos y sus consejos para los jóvenes en
beneficio del club.
Así es Don Juan Carlos Luna González, el que me comunicó con voz temblorosa que lo sentía mucho, que le había dado miles de vueltas en su cabeza, que le había costado mucho tomar la decisión, pero que éste era su último año con nosotros, que volvía al club de toda su vida, porque en su momento les dijo hasta luego, porque es un hombre de palabra.
Nos veremos esta temporada, por desgracia como rivales,
aunque después de pasar dos años maravillosos con él, sólo lo podré ver como un
amigo y no como un rival. Lo sufriré durante 180 minutos, pero lo tendré al
otro lado del hilo telefónico los restantes 525.420 minutos del año.
Nos duele que se vaya, pero le entendemos perfectamente, le
comprendemos y por supuesto respetamos su decisión, porque la ha tomado desde
el corazón y la necesidad. Ahora estará más cerca de su familia, esa que se
ampliará en breve y que le necesitará con más frecuencia, pero sabe que la
puerta del regreso siempre estará abierta, quizás en un año, o en dos, pero
siempre estará abierta.
Nos queda una cena pendiente en la que podremos despedirnos
de él, con el dolor de no haber podido disputar una promoción de ascenso o
conseguir un ascenso de categoría, premio que se merecía por su excepcional
carrera en categorías regionales. De ahí su tristeza ese 23 de Mayo en San
Mateo cuando se esfumaba el sueño. Pero no te preocupes amigo, en el fútbol, y
más en estas categorías lo que quedan son los amigos y tú has hecho muchos.
Siéntete orgulloso, has ganado mucho más que partidos, te has ganado el respeto
y el afecto de todos los que te rodean, y eso no se paga con dinero ni logros
deportivos.
Mucha suerte allá donde vayas y en lo que hagas, porque
siempre me alegraré de tus alegrías y me entristeceré con tus penas. Hasta
pronto amigo, hasta pronto SEÑOR.
No hay comentarios:
Publicar un comentario