Dice que se va, que retira. Dice que deja el Becerril, que
deja el fútbol. Dice que lo deja, que ya no está motivado para seguir otro año
dándolo todo en el campo. Dice muchas cosas sin decir nada, sólo asiente ante
las preguntas sobre su no continuidad. Así es Acaymo, así es mi capitán,
persona de pocas palabras y muchos hechos. Así es el jugador que nos ha
brindado cuatro años maravillosos de su carrera a este humilde club sin exigir
nada a cambio. Porque él es así: serio, trabajador, humilde, gran compañero e
infinidad de virtudes que se nos van con su marcha. La banda izquierda del
equipo ya no será la misma sin él, sin sus galopadas hacia la línea de fondo
comiéndose un terreno de juego que se le hace pequeño.
Le echaré de menos una barbaridad. Para mí es un palo enorme,
aunque quizás lo veía venir. Sabes que en el deporte hay fecha de caducidad,
pero en este caso no es así, le queda mucha cuerda, sólo tiene 30 años. Sé que
su pasión es el fútbol y que pronto le entrará el “mono” de volver a jugar, así
que confiaré en su vuelta. Y ese día las puertas del vestuario se abrirán de
par en par para darle su bienvenida.
Si algo valoro de él fue que fichara por nuestro club cuando
estábamos en la última categoría del fútbol regional, y más siendo un jugador
que había jugado varias categorías por encima de ésta, lo que denota su
humildad y sencillez. Después de
ascender esa temporada, en la siguiente
le llegó una lesión durísima que estuvo a punto de retirarle de los terrenos de
juego.
Él no se quejó, no le echó las culpas a nadie, sabía que así
es el deporte y que estas cosas pasan. Pero su cara de preocupación era
evidente, esta situación de incapacidad le iba a tener con el corazón en vilo
ya que su trabajo pendía de un hilo. El fútbol pasaba a un segundo plano.
Ahí tuvo el apoyo de compañeros, cuerpo técnico y directiva,
pero sobretodo de su presidente, ese presidente que lo quiere como a un hijo, y
al que esta situación le afectó en demasía. Me consta que el presidente hizo
todo lo posible para que su situación de preocupación remitiera. Faltaría más
que no lo diera todo por un jugador que había puesto en peligro su futuro por
defender la camiseta de nuestro querido club.
Pasados 9 meses, Acaymo volvió a los terrenos de juego, no
sin pensárselo miles de veces, y seguramente que sin el beneplácito de sus
allegados que veían como éste podía cometer una locura. El club le apoyó en
todo y jamás le presionó, sabía que era una decisión durísima. Pero es que
Acaymo ama este deporte y no le gustaba ver los toros desde la barrera.
El equipo ya con él disputando partidos, consiguió
clasificarse para jugar la promoción de ascenso a la categoría preferente, un
hito histórico para nuestro humilde club. Esta temporada hemos estado a punto
de volver a disputarla, lo que sin duda habría sido el mejor broche para su
despedida.
Hoy disputará su último encuentro con la camiseta
verdiblanca y con su brazalete de capitán, y le deseo lo mejor en su vida,
porque se lo merece como el que más. Así que toca disfrutar de sus últimos
minutos en nuestro estadio, peros siempre con la ilusión de que nos diga que
no, que no se retira, que no nos deja, que sigue con nosotros.
Se te aprecia mucho. CAPITÁN.
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