Llegó sin hacer ruido. Nadie le conocía. Nadie había oído
hablar de él. A nadie le importaba. Sólo unos meses después se ganaría el
respeto, la admiración y el cariño de toda la plantilla, cuerpo técnico y
directiva del CD Becerril. Y todo por su lucha, por no darle importancia a sus
problemas, aún siendo muy graves. No quiere reconocimientos, no quiere dar
lástima. Lo único que quiere es salir adelante, luchar por lo que en su día no
le dio valor, y dejar su testimonio para los que vienen detrás. Un testimonio desgarrador en forma de
discurso, acompañado de una carta en la que explica sus sentimientos, sus
objetivos futuros y su lucha ante esa lacra que es el Cáncer.
Persona introvertida, trabajadora y parca en palabras, llegó
al club porque quería entrenar a los porteros del equipo Regional. No pedía
dinero, en realidad no puso condiciones. Desde el principio se le vio que era
una persona metódica, exigente y muy profesional. Sólo tardó 10 minutos en
ganarse el respeto de los guardametas, que veían como con él se iba a trabajar
duro.
Pasado un tiempo dejó de asistir, había tenido un pequeño
percance con su automóvil y no podía hacer acto de presencia en los
entrenamientos. Pero regresó.